viernes, 17 de mayo de 2013

Navona Editorial nos invita a redescubrir ‘Hadjí Murat’, novela corta de carácter histórico que supone la última gran obra de Lev Tolstói



Hadjí Murat.
Lev Tolstói.
Edición de Víctor Andresco.
Traducción de Irene y Laura Andresco.
Navona Editorial.
204 páginas.
PVP: 16 €.
Fecha de publicación: mayo de 2013.

Publicada de forma póstuma, aunque no íntegra aún, en 1912 Hadjí Murat es una novela corta que supone, en un postrero aliento revitalizador, el último trabajo literario de fuste de Tolstói, (1828-1910), quien dedicó nada menos que ocho años a su preparación.  Al parecer, según las cartas que escribió a su hermano Sergei, el autor, que luchaba por su vida mientras daba existencia a esta historia, habría escuchado por primera vez la historia del personaje real en el que está inspirada la acción mientras servía como soldado en el Cáucaso, donde trató a algunos de los tipos que aparecen en la obra, a lo que añadiría posteriormente nuevos datos provenientes de su búsqueda en los archivos de la época.

Muchas de las constantes del libro estaban enraizadas en las preocupaciones más hondas del escritor. Así,  el concepto de rebeldía, la resistencia frente a las exigencias del mundo, el papel del determinismo en el desenvolvimiento del individuo o la confrontación entre Occidente y Oriente alimentan la obra protagonizada por este avariento y arrojado djiguit –término árabe utilizado para designar  a un jinete–, comandante de graduación que, por motivos de venganza personal, forja en torno a mediados del siglo XIX, reinando el zar Nicolás I, quien es descrito con tintes sombríos, una frágil alianza con los rusos contra quienes había estado luchando.

La vibrante y dramática historia de este musulmán del Cáucaso, “cardo mancillado” –precisamente a la visión de un cardo en Pirogovo, “negro de polvo (…) en medio del vasto campo”,  como anotó en su diario, debe el deseo irreprimible de escribir la historia– que ahora de nuevo con traducción de Irene y Laura Andresco nos trae el más que interesante sello Navona, ha sido comparada con otra gran obra de las letras rusas, como La hija del capitán de Alexander Pushkin, así como, nos recuerdan desde la editorial, con el propio Shakespeare, por la “extraordinaria facultad de dotar de una existencia exuberante incluso a los personas más secundarios”.  Una afirmación, la anterior, tanto más elocuente cuando todos recordamos los furibundos ataques que el escritor ruso le dedicó al genio de Stratford-upon-Avon. Al fin y al cabo, contra quien arremetía el autor de Guerra y Paz, como señaló oportunamente en su día George Orwell, era contra el pensador y el profesor, contra el “escritor inmoral”, no contra el portentoso forjador de caracteres a cuya familia, dentro del canon occidental, no puede por menos que pertenecer el creador de esta pequeña joya descrita por Harold Bloom como “el mejor relato del mundo”.

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